El programa de educación de Ciudadanos se esperaba como agua de mayo. Por fin un partido político eleva el discurso en materia de educación y hace propuestas serias, asumibles y congruentes. Se busca superar ese casposo sistema postindustrial de la educación española, adaptándolo al entorno social, económico y cultural del s. XXI de la Economía del Conocimiento. El primero de los aciertos de Ciudadanos ha sido presentar un programa no pensando en las próximas elecciones, sino en las futuras generaciones. Ha hecho un programa en clave nacional y no política, evitando ese viejo vicio de los partidos (de casta o no-casta) de meter mano en las aulas en cuanto tienen oportunidad. La idea de gestionar las cabezas de cientos de chavales es muy tentadora y Ciudadanos se ha alejado de esa perversa costumbre institucionalizada tras siete reformas educativas desde 1970.
Ciudadanos hace un llamamiento para conseguir un pacto de Estado, por escrito y con calendario para sacar adelante una reforma en todos los niveles de la enseñanza. El objetivo es conseguir un sistema educativo de calidad, donde el esfuerzo sea la base para formar, explotar y atraer talento. En la etapa escolar, la transversalidad de conocimientos y competencias básicas como los idiomas (la gran asignatura pendiente), la oratoria, la memoria o la gestión de conflictos se plantean como claves para elevar el nivel y la preparación de nuestro alumnado. Para ello se necesita un profesorado muy bien formado desde la base y con un desarrollo profesional activo y atractivo.
A la Universidad se le exigirá un sistema de contratación no endogámico, con una selección abierta y que atraiga a los mejores (no a los más amigos del responsable de la institución); además, se le pedirá que hasta un 25% de su financiación esté ligada a objetivos como por ejemplo, cuántas patentes tienen como base la investigación llevada a cabo por esa universidad. También se quiere impulsar la internacionalización, tanto de los alumnos como del profesorado. Esto es fundamental para adaptación al contexto competitivo global en el que desarrolla su actividad y para la mejora de sus grados, tanto en formación como en empleabilidad. El objetivo no es otro que la excelencia al servicio de la sociedad que le financia y de la que forma parte.
Especial atención se le presta en el programa a la Formación Profesional dual, al estilo alemán, que combina la formación con el trabajo en empresas y que ha sido un itinerario abandonado por todos los gobiernos. La FP y la enseñanza universitaria necesitan sus papeles definidos para facilitar la igualdad de oportunidades, la libertad de elección de la formación, así como la entrada en el mercado laboral.
Este debate no ha hecho más que empezar pero por fin con unas categorías adecuadas al contexto, y alejadas de los tradicionales tejemanejes ideológicos de los partidos. Son propuestas ambiciosas, frescas y necesarias, a la vista de los sucesivos fracasos en los informes y rankings internacionales sobre nuestro sistema educativo. No olviden que esto es un trabajo en equipo de padres, profesores e instituciones y que en esta regeneración democrática, son necesarios y urgentes los pactos de Estado donde confluyan el mayor número de fuerzas. Porque el escaño es el pan de los políticos de hoy, pero la educación es el pan de todos para hoy y mañana.