Rosie la Remachadora. (Foto con licencia Creative Commons)

Querida Rosie,

Hace más de 70 años ya que te convertiste en un símbolo para nosotras. Con los colores de la bandera americana de tu ropa, tu cuidado maquillaje y tu postura y mirada fuertes e intensas, hacías un llamamiento al sentimiento patriótico de las mujeres para que entrasen al mercado laboral. El objetivo era cubrir las vacantes que habían dejado los hombres que partieron a la gran guerra. Durante esos años, se alcanzó el 40% de mujeres trabajadoras fuera de casa, una cifra histórica. Ellas ya eran unas expertas en administrar capitales, gestionar recursos humanos y en estar en constante producción de “bienes y servicios” en sus hogares. Eran las perfectas candidatas para sacar adelante el trabajo que el país necesitaba.

Sin embargo, tras la II Guerra Mundial comenzó nuestra guerra personal. Nos quisieron relegar a un segundo plano en la esfera pública y en el mercado de trabajo. Pero nosotras habíamos salido de casa para quedarnos, o al menos para poder elegir dónde queríamos estar. Desde entonces trabajamos el doble en casa y fuera, tenemos que seguir luchando por la igualdad salarial, por superar ese llamado “techo de cristal” que aun nos hace muy complicado conseguir cargos de relevancia en las esferas políticas, empresariales y sociales. Luchamos contra la violencia machista que año a año se cobra cientos de vidas por algunos salvajes que siguen pensando que somos el sexo débil. Lejos quedan las luchas de aquel 1910, cuando en la II Conferencia Internacional de Mujeres socialistas celebrada en Copenhague, mientras se reivindicaba el sufragio universal femenino, se proclamaba también el 8 de marzo como el Día internacional de la Mujer Trabajadora. Su reconocimiento oficial  se haría casi ochenta años después, en 1977, cuando la Asamblea General de la ONU lo proclamase como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Ya tenemos el reconocimiento institucional, ahora queremos el reconocimiento social que merecemos.

Aunque que quieres que te diga Rosie, después de todo esto, aún nos siguen viendo como objetos de exposición. Sin ir más lejos, las grandes actrices de Hollywood sufren el acoso desmesurado de periodistas que siguen preguntándoles por sus dietas, tintes y vestidos, mientras que a sus compañeros varones, como diría la actriz Emma Stone, les preguntan las cuestiones interesantes. Si Rosie, seguimos arrastrando estereotipos sexistas que propician que los jóvenes sean hoy más machistas  que sus padres y haya situaciones de abuso entre ellos. Los datos son escalofriantes pero seguimos en la lucha.

Necesitamos un cambio de mentalidad, como el que aconteció en los años 40, pero ahora necesitamos que hombres y mujeres puedan conciliar por igual para poder pasar tiempo con sus amigos, familia y especialmente con sus hijos, que son los recursos humanos que la sociedad necesita; necesitamos que las empresas no tengan miedo a contratarnos por si nos quedamos embarazadas, porque el Estado debería ejercer su papel subsidiario vía deducciones fiscales y rebajando las cotizaciones a la Seguridad Social; necesitamos que el Estado ayude y premie a aquellas empresas que son familiarmente responsables fomentando la conciliación, el teletrabajo y los horarios racionales; necesitamos que la sociedad no criminalice a la mujer por no tener hijos o por tenerlos, ya sean muchos o pocos; necesitamos que nuestra única opción frente a un embarazo no sea el aborto por vernos empujadas por presión social, laboral o económica; necesitamos que se reconozca nuestro esfuerzo en las aulas y tengamos las mismas oportunidades que nuestros compañeros; necesitamos que nos paguen igual por desempeñar el mismo trabajo que un hombre; necesitamos integrar a los hombres en estas reivindicaciones porque con ellos el potencial de cambio será mayor.

Pero aún hay esperanza Rosie. Ahora el panorama político español está convulso y están saliendo voces que promueven muchas de estas ideas. Ciudadanos, los naranjitos, hablan en su programa de conciliar y de igualdad. Llega un aire fresco al panorama social. Ahora es nuestro momento más que nunca y creemos que nuestra voz será escuchada.

Bueno Rosie, ya te voy dejando. Espero que tu brazo sigue firme y muy arriba porque fuiste un reclamo en otro tiempo y ahora eres un símbolo. Espero contarte novedades pronto.