Hoy, 11 de Febrero en el Día Internacional de la mujer y la niña en la Ciencia, resulta imprescindible reflexionar sobre el reto que supone para la mujer su necesaria incorporación a los empleos relacionados con las áreas científica, tecnológica, de la ingeniería y las matemáticas, las llamadas titulaciones STEM.

La pandemia causada por la COVID-19 nos ha puesto a prueba en dos ámbitos fundamentales, en el sanitario y en el tecnológico. Antes de esta crisis se venía hablando tímidamente de cuestiones como el teletrabajo o como la digitalización, pero hemos tenido que ser sacudidos por una crisis sanitaria sin precedentes para darnos cuenta del papel fundamental que el desarrollo tecnológico va a jugar en nuestras vidas a partir de ahora. En estos dos ámbitos, sanitario y tecnológico, el papel de la mujer es muy diferente. Si bien en el primero ésta tiene un protagonismo claro, en el segundo su figura queda bastante desdibujada por la escasa presencia femenina en este campo. En la actualidad el porcentaje de mujeres tituladas en las carreras STEM se mantiene en un escaso 30%. Si bien es cierto que en las titulaciones STEM vinculadas al ámbito biosanitario y científico la presencia femenina es mayor, llegando incluso a igualar a la masculina, en las puramente tecnológicas, PECS (física, ingeniería e informática), este porcentaje es muy inferior, como por ejemplo en las especialidades TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación) donde este valor se sitúa por debajo del 15%.

En los próximos años vamos a experimentar un desarrollo tecnológico sin precedentes fundamentalmente impulsado por la Unión Europea que destinará un total de 1,8 billones de euros para ayudar a los países miembros a salir de la crisis de la COVID-19 más ecológicos, digitales y necesariamente más resilientes. Las ayudas del programa Next Generation EU, comprendido en el marco temporal del 2021 al 2027, estarán basadas en dos pilares fundamentales: la transición energética y la digitalización. Esto va a suponer un cambio transcendental en el mercado laboral que conocemos hasta ahora requiriendo perfiles técnicos formados en robótica, telecomunicaciones, inteligencia artificial, ciencia de datos y un muy amplio etc., por lo que es de suma importancia para la sociedad el formar a estudiantes que en el futuro puedan desarrollarse en estos puestos. Las últimas estimaciones de la Comisión Europea determinan que en la actualidad existen 500.000 puestos de trabajo sin cubrir en los sectores tecnológicos y se espera que éstos tengan un crecimiento exponencial en los próximos años, llegando según estudios hasta los 4 millones de empleos. Las titulaciones futuras más demandadas a nivel mundial serán las relacionadas con las titulaciones STEM y en este sentido la mujer está en clara desventaja. Lo cierto es que como ya hemos explicado existe una gran brecha de género en estas disciplinas, pero teniendo en cuenta la importancia que tienen en la actualidad y el carácter todavía más relevante que adquirirán en un futuro cercano, se deben tomar las medidas necesarias para que las mujeres se formen en estos ámbitos y participen en igualdad con el hombre en las próximas revoluciones tecnológicas que están por llegar.

Es cierto que tímidamente la sociedad se ha dado cuenta de la importancia de reducir esta brecha. Ya existen diferentes iniciativas, fundamentalmente privadas, que están encaminadas a ayudar a niñas a incorporarse a la senda de la ciencia y la tecnología desde el instituto y a desarrollar las capacidades científicas, mostrándoles cómo pueden enfocar su futuro dentro de este tipo de carreras. Estas iniciativas, que están incluidas en programas de mecenazgo, se suman a otras orientadas a visibilizar mujeres referentes en ámbitos STEM, como la creación de diferentes premios que ponen en valor la contribución de mujeres en estas áreas. De esta manera se ayuda a nuestras jóvenes a visualizarse ellas mismas ejerciendo estas profesiones. Pero no es suficiente, el cambio tecnológico que tenemos ante nosotros es de tal calibre y se va a realizar tan rápido que si no enfocamos nuestros esfuerzos en esta dirección puede que no lo consigamos y el coste que pagaría la sociedad sería demasiado alto. Por ello, la responsabilidad de este reto no debe recaer sólo en la iniciativa privada como ha venido ocurriendo, sino que desde las administraciones públicas y los diferentes gobiernos tenemos la responsabilidad de afrontar este problema lo antes posible y de forma global. Para ello debemos crear una estrategia conjunta que permita reducir definitivamente la brecha existente en ámbito de las STEM. Porque, aunque el objetivo es realmente ambicioso, el coste de no lograr la igualdad sería sencillamente inasumible.

En una sociedad cada vez más digitalizada y donde los sectores más demandados son los tecnológicos, no contar con la mitad de la población mundial sería poner serias trabas a su empleo en el futuro. En un tiempo en el que el mundo tiene que hacer frente a un momento crucial, su supervivencia dependerá de encontrar los mejores recursos posibles: el talento de todos sus habitantes, hombres y mujeres.