Artículo de opinión de Alejandro García publicado en Diario de Navarra el 17 de noviembre de 2020


Pedro Sánchez y María Chivite se han quedado sin coartada. Aunque todo empezó en Navarra: fue nuestra tierra el campo de pruebas, la prueba del algodón donde se comprobó por primera vez lo que verdaderamente querían hacer los dirigentes socialistas. Luego el experimento se trasladó a la gobernabilidad de España. Pero fue aquí, tras las elecciones de 2019 y antes que en cualquier otro lugar de España, donde el PSN-PSOE flirteó con la posibilidad de pactar con Bildu. Se exploró esta vía en Navarra mientras valoraban sus consecuencias en el electorado constitucionalista, temiendo que el votante socialista se rebelara rotundamente ante un eventual acercamiento a nacionalistas, populistas e independentistas radicales.

Para desgracia de muchos y de la propia democracia aquella vía de pactos, tan extraña al socialismo que vertebró España, acabó por consumarse. Desde las filas socialistas se hicieron hercúleos esfuerzos retóricos para justificar tan arriesgada apuesta. La complicidad del PSN con todos los nacionalistas y radicales para gobernar en minoría exigió poner sobre la mesa soflamas e ideas como “diversidad” y “agenda progresista de izquierdas” (¡con el PNV!), o como “consenso múltiple” y “sociedad plural” (¡pero excluyendo a los representantes de casi el cuarenta por ciento de los navarros!). Estas contorsiones argumentales intentaban presentar esta opción de gobernabilidad como la preferida por la mayoría de los navarros, asegurando tendenciosamente que los resultados electorales sólo se podían leer en este sentido. En definitiva, se trató de confundir y disimular lo que no era más que una arriesgada apuesta por el poder, intentando convencer a los ciudadanos moderados de que en realidad el PSN no había pactado con un partido como Bildu, quienes todavía hoy se niega a condenar el terrorismo y los asesinatos de ETA.

Sólo unos meses después el PSOE nacional volvió a cruzar el rubicón, envalentonado con unas decisiones que sólo tuvieron leves consecuencias entre su electorado. Así pactó para España un Gobierno con Podemos, un partido que repudia la constitución del 78 y con el que prometió no pactar porque le quitaba el sueño. Y volvió a justificarse en que las circunstancias no permitían otra opción: que el electorado había hablado, que no había otras mayorías posibles (¿!), que el apoyo tácito de los secesionistas catalanes y radicales batasunos que permitió la investidura de Sánchez no tendría precio. Que el PSOE era un partido de fiar y que había líneas rojas que nunca cruzarían. Jamás de los jamases pactarían con Bildu…

En estos últimos días, por fin, llega a su fin la coartada de que las decisiones políticas del PSOE son inevitables. Ya no podrán seguir manteniendo que no tienen más opción que hacer lo que hacen. Ya no podrán engañar más con la idea de que no hay alternativa, que no tienen más remedio que pactar con populistas e independentistas concediéndoles prerrogativas y privilegios que van contra la mayoría de los españoles. Ya nadie les va a creer cuando afirmen que no tienen más remedio que pactar con Bildu. Por el contrario, está quedando en evidencia que tanto en el Gobierno de Navarra como en el Gobierno de España el PSN-PSOE puede elegir libremente a sus socios. Y ha decidido escoger a Bildu.

En estos últimos días, por fin, llega a su fin la coartada de que las decisiones políticas del PSOE son inevitables. Ya no podrán seguir manteniendo que no tienen más opción que hacer lo que hacen

Tanto la oferta de Navarra Suma para aprobar los presupuestos y darle estabilidad al gobierno de María Chivite, como la mano tendida de Ciudadanos para que Sánchez pueda aprobar los necesarios presupuestos para la recuperación postcovid, han tenido la misma y única condición: no elijan a los radicales. Aléjense de los que quieren destruir España y los consensos constitucionalistas. Ante todo, no otorguen la llave de la gobernabilidad a quienes mataron salvajemente al oponente político. No es necesario. No lo es, porque tienen los apoyos para que no lo sea.

Desenmascarar la verdad, hacer visible que elegir a Bildu es una decisión libre, consciente y voluntaria de Chivite y de Sánchez, era una necesidad democrática. Era imperativo ponerles ante el espejo, desnudar sus peregrinas excusas y justificaciones. Para que ya nadie tenga dudas ni pueda llamarse a engaño. Los que decidan seguir apoyando al PSN y al PSOE lo harán conscientes de las verdaderas preferencias de sus líderes. Sabrán de ahora en adelante, sin duda alguna, que eligen a Bildu porque quieren.

A partir de aquí, tendremos que comprobar si esta palmaria constatación de cuáles son las preferencias de los actuales dirigentes del PSN-PSOE cambiará de algún modo sus apoyos y adhesiones entre la ciudadanía. Muchos queremos creer que sí, que hay un electorado moderado y constitucionalista a quien se le ha caído la venda de los ojos y no aceptará esta indignidad. Pero quizá sea una vana ilusión, y este desenmascaramiento de la coartada utilizada hasta ahora no cambie nada… Seguiremos entonces el camino de la desintegración institucional que otras democracias ya recorrieron hasta destruirse a sí mismas.

 

Alejandro N. García Martínez

Profesor titular de Universidad. Secretario de Comunicación de Ciudadanos Navarra.