*El pasado sábado 29 de octubre Diario de Navarra publicó el artículo de Ramón Romero, economista y Responsable del Grupo de Economía de Ciudadanos Navarra

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El Primero de Mayo de 1937 se trabajó en Barcelona. Aquel teórico festivo la izquierda decidió que no hubiera ninguna manifestación proletaria. En el bando antifascista la desunión y los odios entre federaciones, partidos y sindicatos era tal que se evitó salir a la calle para anular cualquier conato de enfrentamiento entre ellos. Tensa calma en realidad. Dos días después, el lunes, un grupo de Guardias de Asalto  entraron en el edificio de la Telefónica y desarmaron a los militantes de la CNT y de la FAI. Dirigió la operación Rodríguez Salas, militante de la UGT y del PSUC. La pólvora fratricida se extendió, como su naturaleza impone, para deleite de los generales franquistas. Los trotskistas del Partido Obrero de Unificación Marxista y la CNT-FAI por un lado y el gobierno autónomo de la Generalitat de Catalunya con el PSUC, ERC y Estat Català por el otro, sacaron sus mosquetones y fusiles y la calle quedó cubierta con más de 500 cadáveres en tan sólo 4 días. Muchos de ellos, pongámonos en el contexto de la España del 36, jóvenes comprometidos con ideales elevados y genuinas aspiraciones democráticas. Pero como dijo Iósif Stalin, ¨no se puede acabar con el capitalismo sin acabar con la ideología socialdemócrata del movimiento obrero¨. Pero volvamos al color, no abusemos del blanco y negro. Sólo era uno los ejemplos más recordados e ilustrativos de las luchas intestinas en la izquierda española.

Este sábado por la tarde, usando el muy constitucional derecho de manifestación, Podemos e Izquierda Unida, es decir Unidos Podemos, aunque Unidos no Pudieron, perdiendo 1 millón de votos en junio, han decidido apoyar #RodeaelCongreso, una concentración en protesta por esa abstención del PSOE que va a permitir que Mariano Rajoy comience la XII legislatura de la joven democracia en nuestro país. “Ante el golpe de la mafia, democracia” reza una de sus consignas. Cabría recordarles a los dirigentes de Podemos, que otra abstención muy democrática, en este caso la suya después de las elecciones de diciembre, habría permitido formar un gobierno alternativo al del PP, partido al que finalmente han permitido gobernar en su ceguera estratégica por conseguir desbancar al PSOE del trono de la izquierda. O quizá no era ceguera y eso es lo único que les importaba desde el principio. Lamentablemente el ADN de Podemos le impedía apoyar un gobierno en el que un partido liberal demócrata como Ciudadanos hubiese marcado unas pautas programáticas. Bastante tenían con mantener unida a toda esa amalgama de partidos, de mareas que, si bien le aportan muchos diputados por la injusta Ley Electoral, también debilitan un discurso único y sólido a nivel nacional. A Ciudadanos, ni agua, no se me levanten las huestes nacionalistas centrífugas, debieron pensar. Pero después de estos 10 meses de impasse, de autodestrucción del PSOE y de 2 citas electorales, reconozcamos de una vez el resultado. Mal que nos pese a muchos, como la propia Cristina Cifuentes reconoce, la corrupción del PP ya ha pasado toda la factura que tenía que pasar. Como dice Rivera “Es importante que la democracia no se degrade más todavía. Ya que intentamos sacar a los corruptos de sus escaños, por favor ocupen sus escaños”. Y para aterrizar de una vez es necesario que entendamos que España ha entrado en una nueva fase de Gobierno “parlamentario” con necesidad constante de pactos y acuerdos. Acuerdos para atacar de un modo serio y no partidista la reforma de la Justicia o el elefantismo de una administración ineficiente que triplica a la de países modelo en Europa y que coloca a dedo a miles de allegados a los dos grandes partidos.

¿Cuándo hablamos de una financiación autonómica justa y sobre todo transparente? ¿Qué tal si nos sentamos a hablar del modelo productivo que hizo aguas en 2008? ¿Qué tal si quitamos algo de ladrillo y fritanga y añadimos investigación, educación y energías renovables sostenibles en el tiempo? El Tribunal de Justicia Europeo nos ha sacado los colores con nuestro marco laboral injusto y precario. Fijos híper protegidos, temporales a la intemperie. Esa dualidad nos impide ser un país moderno en lo laboral y no ayuda al emprendedor a crear actividad. ¿Cómo afrontar de un modo responsable y ordenado el problema de los refugiados que llaman a las puertas de la rica Europa? ¿Cómo afrontamos soluciones reales al gran problema de la concentración de CO2 en la atmósfera? ¿Somos conscientes de que sólo 5 regiones españolas han reducido sus emisiones desde 1990? ¿Hablaremos sin complejos de cómo combatir el terrorismo yihadista, también de su origen? En fin ¿Qué tal si en vez de rodear el congreso con cacerolas huecas, entran al Congreso con carpetas llenas de ideas, si es posible realizables y no sólo de cara a la galería de la izquierda utópica?