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Artículo de RAMÓN ROMERO, economista y miembro de la Junta Directiva de Ciudadanos Navarra, publicado en Diario de Navarra el 18 de mayo de 2016

El acuerdo firmado entre Barkos y Urkullu en lo formal no es sino la reedición del firmado entre Sanz y López en el 2009. Como tal acuerdo no hay objeciones importantes por cuanto la colaboración interautonómica está amparada por la propia Constitución y existen acuerdos firmados con La Rioja y Aragón, comunidades limítrofes. ¿Cómo no consensuar acuerdos de colaboración en múltiples temas que nos afectan a quienes compartimos vecindad?  Hay colaboración en atención sanitaria, rescates en montaña, turismo, temas agrarios, culturales y de gestión medioambiental.  Con la Comunidad Autónoma Vasca compartimos Pirineo, aguas fluviales, cultura, lengua y  mil cosas que obligan a ambas comunidades a optimizar recursos y a colaborar. Ese no es el problema.

El problema y lo que resulta patético, es mentir y fingir que es un simple acuerdo, equiparándolo además al de otras comunidades, cuando no lo es, y no se quiere que lo sea. Ambos presidentes dieron al acto una trascendencia que el contenido no tiene. Porque no puede tenerla, porque sería ilegal. La presencia del Gobierno vasco en pleno, la solemnidad artificial del acto, no son sino una muestra de que la Presidenta Barkos quiere justificar la entrega programada y progresiva de Navarra a la CAV. ¿Qué argumentos apoyan esa entrega justificada? Los de siempre, nada nuevo en el horizonte nacionalista. El victimismo omnipresente: “ante la estrategia centralizadora del Estado” y los dogmas encubiertos siempre en primera línea: “en defensa de nuestro autogobierno”, todo ello para acallar a los críticos por un lado y, para no perder la costumbre, obligar a diferenciar entre buenos y malos navarros o vascos.

La presidenta Barkos quiere justificar la entrega programada y progresiva de Navarra a la CAV

 

Ya asistimos a un montaje similar el pasado 25 de septiembre, cuando nuestra presidenta recibió al Lehendakari en el Palacio de Navarra para según dijeron “institucionalizar al más alto nivel las relaciones entre las dos comunidades” y “trabajar o estar ojo avizor de lo que pueda suceder ante pretensiones de reformas constitucionales donde el autogobierno de Navarra y de la CAV puedan verse alterados”.

El factor común entre ambas fechas es la inminente cita con las urnas y la intención de ir arengando a esos votantes adormecidos y que quizá acusan la fatiga frente a un mensaje cansino cuyo fin último es la independencia del País Vasco y de Navarra, quizá no al modo suicida catalán, pero Independencia al fin y al cabo. Si los postulados de estos partidos no han cambiado, ese es finalmente el anhelo de los partidos nacionalistas tanto en País Vasco como en Navarra.

Esa fatiga de muchos ciudadanos la ha podido comprobar el propio ejecutivo vasco en el último Euskobarómetro. En 2014, el 30% de la población se declaraba independentista,  hoy sólo el 19%. Además, el 38% de los ciudadanos de Euskadi se manifiesta contrario a la independencia, lo que supone “la actitud más contraria” recogida desde 1998, cuando se empezó a medir este indicador.

C´s siempre apoyará profundizar en todas las vías constitucionales de colaboración entre CCAA, buscando la racionalización del gasto público y la optimización de los servicios en el ámbito autonómico y con la misma contundencia denunciará y controlará que detrás de las palabras, no haya intenciones torticeras, de puro interés partidista de quien representa a una minoría de la sociedad navarra, por mucho que la aritmética parlamentaria la haya hecho una “presidenta por accidente” y esté secuestrada por su estrategia compartida con Bildu.

C’s quiere clarificar el modelo autonómico, elaborando un listado de competencias exclusivas del Estado, competencias compartidas y competencias exclusivas de las CCAA. Queremos enumerar las 17 Comunidades y las dos ciudades autónomas, para fijar el mapa autonómico de manera definitiva, eliminando la Transitoria Cuarta y sacando este tema del debate interesado al que cada 4 años nos somete el nacionalismo con la única intención de marcar un territorio y una parcela de poder que sin esta tensión perderían.