Estamos en un año que puede ser apasionante. Y es que aunque del dicho al hecho hay un camino demasiado largo a veces, todo indica que va a haber un cambio político importante en nuestro país. Al menos las encuestas y la sensación general así lo indican.
En esta carrera electoral se buscan distintas estrategias para captar la atención de los ciudadanos, sumar apoyos y, estando en año (muy) electoral, sumar votos. Algunos prometen revoluciones, otros ultiman la aprobación de leyes y otros recurren a la conocida y estable alternancia del bipartidismo.
Es evidente que escribiendo estas líneas creo que la política es algo fundamental en la articulación de la sociedad. Sin embargo, hay distintas formas de entender ese protagonismo. Nos hemos acostumbrado a que los políticos y la política en general tengan una influencia, creo que excesiva, en nuestro día a día.
No obviaremos que viviendo en un Estado de Bienestar se le atribuya a la gestión política una participación activa y constante en el funcionamiento de la sociedad. Sin embargo creemos que las dos partes implicadas, políticos y ciudadanos, nos hemos acostumbrado a un protagonismo excesivo, para bien y para mal, por parte de los políticos.
Y en este punto tenemos que hacer un esfuerzo por entender que ninguna de las dos partes lo hace todo bien o todo mal. Las decisiones tomadas en uno y otro lado siempre afectarán a muchísima gente y como se suele decir, nunca llueve a gusto de todos. Sin embargo, aun considerando este supuesto balance más o menos equilibrado, la corrupción y el comportamiento actual de los políticos, sea voluntario o inducido, decanta la balanza de forma clara a favor de los ciudadanos.
Así pues, ¿qué debemos esperar de la política? Calma, trabajo y pocas ganas de protagonismo. Nos explicamos. Todos sabemos que las tuberías que conducen el agua en una casa son imprescindibles para habitar cómodamente en ella. Sin embargo, no queremos pasarnos el día contemplándolas para ver qué ocurrencias tienen o con qué nos sorprenden.
Y es que una tarea importante de las nuevas caras que integrarán la vida política de este país será devolverle a los Gobiernos de ámbito local, autonómico y central, el protagonismo que deben tener: (casi) ninguno.